La educación, el sistema educativo, la pedagogía, la didáctica… son términos que a veces te excusan y otras te acusan de hacer lo que haces. Desde la formación de un centro de magisterio como el CMI hay que velar por formarse y actualizarse en todo lo referente a la educación. «Ahí es nada» puede ser una de las primeras expresiones lanzadas al leer algo así. Aunque esa es la parte más apasionante de este oficio: reinventar lo ya vivido, elegir contenidos, diseñar metodologías y pensar desde el presente los rasgos del pasado que queremos llevar hasta el futuro.
Moverse en este terreno provocará admiración, rechazo, sorpresa, incomprensión y palabras de aliento. Cerramos un semestre en la UGR y los comentarios más escuchados en los pasillos de cualquiera de sus centros hablan de evaluaciones del primer semestre, programaciones del segundo, justicias e injusticias, nervios y alegrías. El alumnado recuerda todo lo que ha hecho y ha dejado de hacer durante los meses anteriores y, para bien o para mal, los familiares del profesorado están siendo más nombrados que nunca, con especial mención a las madres.
Pensar y repensar cómo evaluar, recoger el resultado de las herramientas que se ofrecieron a principio de curso, alegrarte del acierto o del aprendizaje del error cometido, es lo que toca en estos días. Cuando se hace una apuesta por un cambio de algo que siempre se ha hecho, los resultados son sorprendentes. Le escuché una frase a Linda Castañeda al hablar del PLE en la celebración de la II Grin Week: «Los entornos personales de aprendizaje, siempre han existido» Idea que también nombra Jordi Adell en diferentes ocasiones. Siempre hemos organizado nuestro conocimiento en función a nuestros intereses y a través de diferentes herramientas. Al modificarse dichas herramientas y tener acceso a tal cantidad de información que puede llegar a resultar caótica, nos reeorganizamos, nos reinvetamos. Y todo guarda ese punto de familiaridad con «eso que se ha hecho de toda la vida» pero realizado de otra forma totalmente diferente y ofreciendo otros resultados. Algunos de nuestros estudiantes de la asignatura de «Recursos Tecnológicos Aplicados a la Ed. Primaria» comentaban sus aspectos más negativos. Todo tiene un lado positivo y otro mejorable y es lícito (y hasta recomendable) buscar el valor de lo tradicional. Aunque creo que eso sólo es bueno cuando hay disposición para ver toda la belleza de lo nuevo.
Esto es lo que hace Max Ritchter con las «Cuatro Estaciones» de Vivaldi en «Recomposed: Vivaldi – The Four Seasons». Una obra que todos conocemos y hemos escuchado lo lleva hasta algo esencialmente nuevo. Pasen y vean y, si es de su gusto, disfruten:
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