Internet viene ofreciendo cambios en nuestra manera de entender y entendernos, de aprender, de enseñar y de mostrar la información. La mayoría de los sectores coinciden al señalar la novedad en el proceso de enseñanza-aprendizaje que Internet supone. Hemos cambiado el aula por la pantalla, el docente por la persona anónima que nos brinda sus conocimientos, los compañeros de clase por los iconos verdes de los chat… Y si echamos de menos el tono de una conversación cara a cara, siempre tendremos un emoticono que nos sugiera cómo tomarnos la frase 😉
No obstante, ante tanto anuncio de cambio debemos analizar dónde residen las mejoras de ese proceso de enseñanza – aprendizaje. Quizás llevemos demasiado tiempo reproduciendo contenidos en la escuela y aprendiendo en otros espacios o en momentos diferentes a los marcados didactimente. Otra opción es que las personas que enseñaban bien con una tiza y una pizarra, sabían ir más allá de la herramienta. Y las personas que aprendían en espacios cerrados y tradicionales encontraban una motivación intrínseca para aprender. Puede que eso no haya cambiado. ¿Tanto se ha transformado la forma al cambiar la herramienta? Este tema cada vez resulta más apasionante para su análisis y su reflexión, invitación que hacemos desde el CMI en las asignaturas de «Recursos Didácticos y Tecnológicos» Sobre todo porque, sepamos definirlo o no, estamos cambiando. Y si las personas dedicadas a la educación no aprenden con el cambio, otros que quizás sepan de otros temas y menos de educación, nos podrán hablar de las mejores herramientas, pero no de la mejor forma de utilizarlas para aprender.