El pasado 21 de marzo se celebró el día mundial del síndorme de Down. La alteración genética que proporciona a estas personas una anomalía del cromosoma 21 (una duplicación de alguna parte o de su totalidad), produce una discapacidad cognitiva psíquica, además de algunos rasgos físicos reconocibles y el aumento de riesgo de padecer alguna patología, debido al exceso de proteínas sintetizadas por la alteración de dicho cromosoma.
Esta es la teoría. Por suerte, no sólo somos química y nuestro cuerpo es un elemento más de la ecuación. Para bien y para mal, es la sociedad la que establece los límites. Reconocer sus derechos, garantizar un trato igualitario y ofrecer la atención necesaria para su completo desarrollo personal son rasgos de una sociedad que avanza y el sistema educativo debe velar para ello. En los últimos años se han dado pasos en este sentido y hay que seguir trabajando para que se den muchos más. Todos los futuros docentes en su formación deben ser conscientes de ellos.
Un paso imprescindible es la visibilización de este colectivo. Desde las asociaciones como Down España hasta películas como «Yo también», se convierten en herramientas bienvenidas para trabajar en la construcción de una sociedad que no discrimine, que integre a todos las personas que forma parte de ella. Y, sobre todo, ponen el acento en todo los logros que, tanto de forma individual como colectiva, obtienen las personas con síndrome de Down. Uno de ellos es poder enseñarnos las cosas importantes de la vida en una sociedad que tiene un patrón muy pobre y limitado de la perfección. Todos tenemos nuestros puntos débiles y nuestras fortalezas. Este vídeo presentado para celebrar el día mundial del síndrome de Down invita a la valentía, a la tranquilidad y a la comprensión de la igualdad. Todos tenemos derecho a ser felices 🙂
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