La robótica educativa deja de ser algo pensado y pasa a la acción en las aulas. Sin la visión de «2001, Odisea en el espacio» en la que las máquinas superan a los humanos, los robots pasan a ser más que un juguete. La capacidad de interactuar, de poder ser diseñados y construidos por los más pequeños, de permitir intervenir en la socialización de niñas y niños con autismo abre grandes posibilidades en el mundo educativo, tal y como se puede ver en el reportaje de Antena3 del pasado 30 de noviembre Los robots entran en las aulas
Por suerte, aprendemos constantemente. En el proceso de enseñanza/aprendizaje la motivación y la creatividad son motores imprescindibles para producir aprendizaje significativo. Resulta fácil sentir atracción por un objeto que te da respuestas, que genera movimiento y que provoca a la imaginación. Los educadores cuentan con la posibilidad de integrar la educación robótica en diferentes espacios y hacer que la creatividad de niños y niñas se materialice en estos objetos.
Para que los futuros docentes sepan aprovechar estos recursos, es imprescindible integrar en su formación el ejercicio creativo. Pensar, imaginar, soñar y crear debe ser un ejercicio diario para aprender a enseñar. En el CMI se aprovechan las asignaturas relacionadas con los recursos tecnológicos, tanto en la formación general de los grados de magisterio como en la optatividad y menciones, para avivar la creatividad. Para ser buenos docentes hay que ser constantes aprendedores.